miércoles, 7 de julio de 2010

Mitos de Partida


Mitos de Partida.
A Emmanuel Ruíz.

-De nuevo, es el barco que se va.

-¿A dónde va? Dímelo. Cuéntalo. Conviértelo en estos sentidos que mis ojos no me dan, que mi lengua no me da, que mi olfato no me da, que mis oídos no me dan, que mis manos no me dan.

-A casa.

-¿Hemos de regresar?

-Es un círculo. Es una órbita que viene y va, sobre la misma corriente de fuegos artificiales.

-De nuevo, es el barco que se va.

Adónde irá. Me pides que te cuente adónde irá. Adónde iremos todos los que nos volvimos fantasmas, adónde se exiliaron los dioses cuyos nombres fueron olvidados, adónde, dime, adónde. Pero no para todo tengo respuestas que puedan decirse.

-Con los labios.

-¿A dónde iremos?

Me preguntas, ¿a dónde iremos los que sobramos? Porque van a decirnos que estamos locos, porque van a negar nuestros nombres, y luego se reirán de nosotros. Pero nosotros reiremos también. Porque cuando nos hayamos convertido en sarcasmo para sus lenguas, ellos se habrán convertido en carne, y en el despertar que a nosotros nos tocó conocer mucho tiempo antes de que fueran siquiera polvo. De que fueran siquiera nombre. Y ellos dirán, un poco perplejos, un poco risueños aún: “No irán a ninguna parte.” Y nosotros volveremos a mirarlos con la ternura de siempre, y diremos “Sí. De eso se trata. De que hayan olvidado nuestro paradero”. De que hayan convertido Avalon en mentira, y hayan desvanecido la Duat con sus promesas de días enteros. Que ahora abran los ojos y crean que la mañana es eterna, sin saber de la noche que nosotros conocimos para mantener el mundo, éste mundo que ahora toman entre las manos. De que nos recluyan en el laberinto de sus carnes y sus neuronas, de que nos encuentren explicación de espejismo, y negación de misterio. Porque será como ser borrados de pronto de aquel lienzo blanquísimo al que dimos forma con la mirada, es que dolerá. Porque volveremos a la nada del antes, porque entenderemos que somos recuerdo, porque habremos visto estos tiempos lineales doblarse y desdoblarse de pronto, y en sus dobleces irán nuestros vientres hasta hacerse redondos, flor de ombligo, cordón umbilical, abrumadora niñez de otros universos, porque sí, porque será el final de los tiempos, y porque habremos dejado sólo polvo sobre la tierra, porque ellos abrirán los ojos por primera vez, y no nos verán, y nos creerán sueño del pasado, mientras nosotros no seremos nada parecido ni al pasado ni al sueño, ni al presente de las cosas que se tocan, ni al futuro de las cosas que se desean, es que parecerá, por todo esto, que hemos sido eliminados por la pluma que antes nos había dibujado. Pero cuando haya ocurrido, cuando hayamos recordado todas las veces que morimos antes, no querremos aspirar a otra cosa, ni querremos regresar. Aunque regresaremos.

Si nos cambian los nombres, no importa. Porque nuestros nombres no pueden decirse, es que no cambiarán nada. Porque seremos siempre lo mismo, y volveremos siempre otra vez, no por olvido, sino por amor y memoria. Porque nuestro retorno será el de los espejos que se miran de frente: no habrá reflejo, sino el vacío con el que se hicieron todas las cosas del mundo.

Ya duele. Ha comenzado a doler hace años. Estos que llamamos años, estos que entendemos años, éste nombre hueco para la espiral. Es un dolor que es hemorragia y ardor, es un dolor que es vértigo y horror, el repentino empequeñecimiento, la ominosa caída en el pozo sin fondo del que nos revelaremos dueños, ¿cuándo? No lo sé. No lo sé porque estoy cayendo. No sé cuándo, pero sé.

Y antes acaso falte abrir todas las puertas, las puertas del reino invisible, las puertas de esos imperios que hasta ahora sólo hemos sabido conocer como imperios imaginarios. Ya están aquí las llaves, ya están. Pronto se abrirán todos los mares. Pronto rugirá la garganta infinita en su horroroso grito con el que dio a luz el devenir. Y también se abrirá la tierra y descenderemos a esos mundos que creímos imaginar tantos cientos y cientos de años, hasta que se hicieron verdad y tránsito de tanto añorarlos. Aguarda y verás.

- Pero acaso falte mucho aún. Acaso dure éste dolor la misma vida de los dioses.
- Ni siquiera en tiempo de humanos durará.

No hay comentarios:

Publicar un comentario