sábado, 16 de octubre de 2010

El Soñador

Dentro de la burbuja
un árbol duerme.
La raíz es el soñador inerme,
a orillas del río del tiempo.

El tronco empieza en su ombligo
hambriento,
crece como un cordón
que se ciñe al cielo,

y al llegar, la copa
es el Universo entero.
Las ideas que flotan,
las palabras dichas,

su follaje eterno;
y al brotar los frutos,
burbujas son,
con bosques durmiendo.

Si por ventura, un día
(aunque el tiempo fluye,
a su costado izquierdo
sin tocarlo apenas, con rocío o aliento)

soñara el árbol
con tu rostro, viendo
el pernoctar perpetuo,
despertaría, llorando

como yo despierto.

1 comentario:

  1. Hola, Arturo: Pensé dejar reposar ideas y pensamientos algo supraconscientes (Ya Ves) que me llevaron hacia otros planos mientras leía. (Bueno, jaja, eso es bastante natural en mí). Pero como no pretendo comentar desde el intelecto, a riesgo de soltar una serie de pavadas, te dejo mis impresiones desde la inspiración inmediata.
    Lo que advertí con fuerza es el desposamiento de la Tierra con el Universo. Como una alegoría del Todo que es fruto de la pertenencia armónica; donde no hay cabida para el Caos. Refuerzan esta idea los simbolismos emparentados con lo sagrado que pude ver, aunque no haya sido tu intención. El Universo, ese útero benévolo de los mundos que lo componen; la analogía con el cordón umbilical y cada significado dado, impecable, al tronco, a la raíz, a la copa, y la inquietante idea que ronda, de que todo está siendo soñado… pues, me fascina aunque no sea lo que quisiste trasmitir; que somos parte de un sueño emanado de un soñador empedernido, soterrado ermitaño que se alimenta en silencio de las entrañas de la tierra, y de ese modo deviene sin mácula en el sueño perfecto. El mismo que al trasponer el umbral umbilical, deja de Ser para mutar, necesariamente. El Universo se retroalimenta a través de sueños originalmente puros, concebidos en las entrañas de la tierra; mas luego, imperfectos una vez desprendidos del Soñador. Se hace presente la Tristeza neutralizando la pura luz divina, y es lo que al fin de cuentas, somos. (¿El pecado original?) Ergo… ¿La vida es sueño?
    Pero hay más acá: el Rocío y el Aliento. En la biblia, el Rocío es una bendición del Espíritu Santo que permite a la abundancia de las cosechas derramarse sobre los justos (Gén. 27; 28 – Zacarías 8; 12 – Isaías 45; 8). El Aliento, obviamente, es el toque del Espíritu Santo en las cosas y las personas, sacralizándolas y transmutando toda energía en pura Gracia y luz divina, directamente de la Fuente al hombre, o a los mundos, dotándolos con sus dones. También se suele comparar al rocío con la Virgen María, pero no sé... Aunque te dan los números para que así sea: Ella es la mensajera, la mediadora.
    Desde cierta óptica, estos versos revean connotaciones sagradas por lo universal del contenido:
    “Si por ventura, un día
    (aunque el tiempo fluye,
    a su costado izquierdo
    sin tocarlo apenas, con rocío o aliento)”.
    Capaz sea un arrebato místico de mi parte, pero pensé en la herida del costado de Jesús, de la que manó sangre y agua. Ya: el Soplo Divino y el Agua. Una reconducción del Tiempo hacia la Fuente.
    Aunque el final arrase con esta interpretación al referirse al uno -"tu rostro”-:
    soñara el árbol con tu rostro,
    viendo el pernoctar perpetuo,
    despertaría, llorando
    como yo despierto.”
    Salvo que ese “tu rostro” implique un ícono de carácter universal, pero no me pareció.
    Para acabar: es un texto hermoso y con mucha carga sagrada, bíblica, aunque más no sea como telón de fondo:
    “y al llegar, la copa
    es el Universo entero.
    Las ideas que flotan,
    las palabras dichas,
    su follaje eterno..."
    Me resulta inevitable no emparentar estos versos con las memorias colectivas acumuladas durante milenios desde el principio de los tiempos, con todas sus cargas y programas erróneos transmitidos de generación en generación, lo que complica cualquier intento de sanación emprendido, si antes no “apagamos” la razón, para que lo Divino intervenga y recomponga las cosas.
    Bueno, has escrito unos versos de carácter universal más allá de un credo en particular; los tres más conocidos comparten la idea del Espíritu Santo si no me equivoco y, por eso mismo, su belleza es trascendental. Hasta que se singulariza y la divinidad se funde en pesares particulares, tal vez redimiendo sufrimientos, tal vez despertando a la Nada.
    Es un texto profundo y muy conmovedor, filosóficamente hablando; de una belleza ancestral arraigada en el principio del “Ahora y siempre”.
    Te felicito, Arturo. Te mando un abrazo grande.

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